El frágil mundo de Victoria comienza a tambalearse el día en que Marcos, su novio de toda la vida, le pide algo de tiempo para pensar si lo que tienen vale o no la pena. Tanto es así que, presa de un ataque de ansiedad, se encierra en el cuarto de baño de un bar y se realiza unos cortes demasiado profundos en las muñecas que la dejan al borde la muerte. Pero Christian, uno de los camareros, la encuentra antes de que sea demasiado tarde y Victoria se despierta en el hospital. Otra vez. La anorexia ha vuelto a dominarla: apenas come, se pasa el día haciendo ejercicio y su peso ha descendido peligrosamente.
Victoria no quiere engordar. Victoria quiere volverse etérea y la gente parece no ver lo enorme que está. Por eso, cuando sale de hospital, su único pensamiento es poder adelgazar todo lo que quiera, sin que nadie le diga lo que tiene que hacer.
Pero el encontronazo con Christian, el chico que la salvó, cambiará su forma de ver las cosas. Ambos han vivido demasiado rápido, ambos han sufrido demasiado… Y ambos tienen unas marcas en las muñecas que demuestran que la vida no es algo para lo que nazcamos preparados.
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